Un hombre que pasaba una agradable tarde en el hipódromo, sufrió una diarrea monumental por un boquerón en mal estado que le habían servido en el bar de al lado. Apretando el esfinter como pudo, corrió hasta el servicio pero se lo encontró cerrado así que, desesperado, y andando por todos sitios como si el suelo electrocutara, llegó hasta un servicio que estaba cerca de las caballerizas y que era de uso exclusivo para jinetes pero nadie parecía haberse dado cuenta de que entró en él. Las tazas del váter eran de casa de muñecas y le costó atinar. Cuando el pobre soltó todo su malestar intestinal, pudo escuchar una conversación entre dos jinetes que estaban arreglándose para la próxima carrera.
-¿Sabes qué me ha dicho el veterinario? -le dice un jinete a otro
-¿Que te ha dicho?
-Que Furia Negra tiene un catarro y se asfixia
-Si es así... vais a ganar tu caballo y tú
-Sí, hoy es el día de Rayo Blanco porque siempre está a unos segundos de furia negra y hoy le ganamos fijo.
-Qué pena que no pueda apostar por tu caballo, amigo, si no.... ¡oye! ¿No te huele fatal aquí?
-Sí, huele a... mejor no te describo, vayámonos a arreglar los caballos.
El hombre salió del aseo (si, si se lavó las manos) y fue corriendo a la taquilla a apostar. Nunca lo había hecho pero ahora sabía que era una apuesta segura.
-Buenos días, caballero ¿cuál es su apuesta? -le dijo el de la taquilla.
-Apuesto 17 euros con 35 céntimos a Rayo Blanco
-¿Esa birria quiere apostar?
-Es que es lo que me ha pillado en el bolsillo, no tengo más.
-Apueste apalancado. ¿Qué prefiere 5 a 1, 10 a 1 o 100 a 1?
-¿Eso que es?
-Que por un euro, si gana, se lleva 5 o 10 o 100
-¡Entonces 100 a 1! A Rayo Blanco.
Nunca un diarreazo le había sentado tan bien a aquel hombre. Este tipo de beneficios también se pueden tener en bolsa pero la diferencia es que igual que ganas 10 euros por cada euro apostado, también puedes perder 10 euros o más por cada euro apostado así que la cosa tiene más emoción que en hipódromo.
El apalancamiento financiero consiste en utilizar algún mecanismo para aumentar la cantidad de dinero que podemos destinar a una inversión sin ponerlo sobre la mesa, como el típico farol del que juega al mus o al póquer, que empieza a poner dinero en la mesa y luego sólo tiene una pareja de cincos. Por eso es la apuesta del chuletas de barrio, porque es para quienes con 100 eurillos birriosos se juegan 1000. Los otros 900 los piden prestado y luego, si le sale bien la jugada tienen la rentabilidad de 1000 en vez de 100. Devuelven los 900 y les han ganado una pasa a los 100 euros. Pero, claro, si pierden, pierden hasta la camisa porque pierden lo invertido y más.
Te pondré otro ejemplo con el póquer: imagínate el típico ludópata que gana una jugada y entonces piensa que está en racha y que es el mejor de la mesa pero los de la mesa están compinchados para hacerle ganar las primeras manos para saquearle después. Entonces empieza a apostar y apostar y cuando se queda sin dinero, decide apostar la herencia de su esposa, convencido de que va a ganar (ahí está su apalancamiento). Si gana, vuelve a nacer porque su mujer ya no le va a matar y encima se lleva todo lo que ha perdido más las apuestas de los compañeros de mesa que se han amontonado alegremente en el tablero pero... si pierde.... quien sabe si contará sus diez dedos al final de la noche. Pues esto es lo mismo.
La forma más conocida de apalancarse es mediante un préstamo con el que invertir más dinero del que tenemos a cambio de unos intereses. Algunos productos financieros ya llevan implícito este sistema (futuros, CFDs, Opciones...) en el que sólo se paga una garantía para luego invertir en un número superior de acciones que son las que realmente están en juego.
¿Es bueno en algún momento apalancarse?
Sólo es bueno si se dan dos condiciones: la primera si tu diarrea te permite saber con certeza que ganarás con la jugada (quien dice diarrea dice una buena estrategia de trading) y la otra, si tienes cubierta la operación y puedes pagar en el caso de que pierdas. Si no se dan las dos condiciones a la vez... no seas el memo de los siete dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario