Para quienes nunca han invertido en bolsa, he de confesar que a mí me costó mucho tiempo entender cómo funcionaba. Es más, durante bastantes años ignoré en qué consistía. Y ahora descubro que la bolsa es el sistema más antiguo de crowdfunding que existe. El crowdfunding es un servicio que prestan algunas plataformas de Internet para poder financiar los proyectos personales a través de las colaboraciones de otras personas a las que les puede resultar interesante aportar a cambio de un bien o un servicio asociado al proyecto. Un ejemplo es el músico que quiere hacer un disco y ofrece a sus colaboradores un CD con las canciones a cambio de una aportación económica que le permitirá financiar los gastos del estudio.
Pues en realidad, la bolsa surgió así, a raíz de la necesidad de las empresas de obtener capital para hacer crecer sus negocios con el capital de muchos colaboradores que, a partir de ahora, llamaremos inversores o accionistas. Lo que los inversores obtenían a cambio era un interés por el capital invertido que son los llamados dividendos.
Todo el capital de una empresa es dividido en pequeñas porciones comprables llamadas acciones. Las acciones eran un bien patrimonial, algo que podía pasar de manos, de padres a hijos, o regalarse, como si fueran entradas de un partido. De hecho, antiguamente las acciones eran un contrato, un papel que indicaba que eras poseedor de una porción de capital de una empresa. De hecho, en teoría, la famosa comisión de custodia que cobran los bancos cuando tienes acciones, es el servicio que cobran por custodiarte ese papel que, por otro lado, si lo reclamas para evitar el coste de la custodia, el banco se negará a darte el papel, muy probablemente porque ese papel ya no sea físico.
Pero antes sí que lo era. Por eso podía heredarse e intercambiarse y, como no, venderse. Un accionista podía vender sus acciones a otro particular. Los mercados bursátiles nacieron para regular las compras y ventas de las acciones entre particulares. Cuando una acción era muy deseada, su precio podía subir por encima de su valor inicial y por eso el poseedor vendía sus acciones cuando el valor de éstas subía. De ahí que mucha gente en la actualidad dedique mucho tiempo en comprar acciones para venderlas cuando su precio haya subido.
Pero, en realidad, la rentabilidad de una acción es el dividendo que podía variar en función de los beneficios. Por eso a las acciones las llamaron "renta variable" a diferencia de la "renta fija" que es otro tipo de producto, derivado de préstamos cuyo tipo de interés está prefijado y por eso se llama "fija" y no porque no pueda perder como piensan algunas personas.
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